En fotografía se suele decir que se es aquello que se muestra, porque es una imagen la que inmortaliza las sensaciones de un momento. En ese mundo, el vestuario es mucho más que algo que se pone o se saca: destaca actitudes, ayuda a que la cámara capte la esencia de la persona que posa. Por eso, cuando se realiza una producción para una joven que cumple 15 o para dos personas que se casan, el trabajo del vestuarista es clave para resaltar la forma de ser de quien está del otro lado.
Una vez que se contrató el servicio fotográfico, se puede tener una entrevista con el profesional que ofrecerá el servicio de vestuario. Allí “se empieza a detectar el estilo propio” de quienes se realizarán el book, para “que no estén disfrazados, que no sean otras personas sino quienes son en realidad”, resalta Matías Fernández, vestuarista que trabajó para Pol-ka y asesora las producciones de SafeMemories.
Posar con una ropa que no se sienta cómoda puede echar a perder el trabajo, de allí la relevancia de agudizar la sensibilidad a la hora de asesorar. Para Fernández, que lleva más de 15 años de trabajo, se realiza una suerte de “trabajo psicológico” en el que la confianza es fundamental. Así, lo que alguien se ponga para su foto va a favorecer su seguridad y va a invitar a disfrutar del momento.
Tener esa primera charla y devoluciones de las propuestas del vestuarista van a ir en detrimento de las dudas, aunque para alguien que no está acostumbrado a las fotos profesionales es esperable que no se vayan los nervios hasta después de algunas tomas. Lo fundamental es que cada look –si hay varios cambios de ropa- “explote al máximo” y esté bien definido.
En la producción, el vestuarista es un “segundo ojo”, entiende Matías. Colabora con el fotógrafo al sugerirle poses, elegir el fondo adecuado para que la puesta tenga sentido, corroborar que el vestuario esté alineado. Para que cada toma sea perfecta, detrás de escena el trabajo es integral y comenzó mucho antes.
Para contactar a Matías Fernández:
mat.bsas@hotmail.com
15-3441-3431