¿Cuántas veces al día miramos a nuestro hijo o hija? Es inevitable buscar en ellos los parecidos, los gestos, las marcas de su personalidad. La fotografía lo sabe, por eso en los últimos años se desarrolló el estilo “New Born”, un trabajo que rescata la suavidad y la belleza de los peques en sus primeros días.
Se trata de una labor que reclama dedicación. Los tiempos de un modelo que tiene horas de vida son, desde ya, muy específicos. Por eso, fotografiar a un recién nacido requiere de la experiencia técnica para conjugar luces, tonos y objetos para que el protagonista se luzca y –un dato no menor- se encuentre cómodo. Si bien un buen clima durante una sesión fotográfica siempre predispone mejor a quien se retrata que uno tenso, en este caso es fundamental.
Por eso, para New Born hay que pensar en la música, la temperatura, la suavidad y la limpieza de las superficies donde se va a apoyar al niño o la niña. Y luego, jugar. Imaginar qué combina con la inocencia alegre de los bebés, para animarse a crear.
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