Las coberturas fotográficas siempre cambian en función de su contexto, porque a la hora de buscar los detalles lo importante es quiénes protagonizan cada historia y qué esperan de ella. Un casamiento es un momento de felicidad que la pareja recordará a través de los años, y sus hijos revivirán ese instante a través de las imágenes. Entonces, ¿en qué cambia si la boda es de día o de noche? Cambia en los colores, el estilo… datos a los que atiende el ojo fotográfico que se encarga de inmortalizar cada detalle.
De día, una apuesta única es realizar la celebración al aire libre, en un espacio con mucho verde. Los colores pasteles, el blanco, las perlas hacen a un tono romántico que va muy bien con una invitación de mañana. Las fotografías ofrecerán la calidez de la luz natural, y los contrastes con las flores y la decoración.
De noche, los invitados ya se animan a atuendos más audaces, empiezan a jugar la presencia de la iluminación artificial del salón. La importancia de los detalles y la expectativa es igual que si la fiesta comenzara más temprano, pero para muchos la emoción de la luna mirando desde afuera no se cambia por nada.
Siempre el momento de la recepción es cuando los fotógrafos empiezan a conocer a los invitados: quiénes son más cercanos a los novios, quiénes son esos familiares que no pueden faltar, quiénes están más predispuestos a ser fotografiado. Es un camino de ida que se disfruta.