Aunque todas las expectativas suelen estar en la fiesta, cuando la diversión y la emoción están al máximo, el primer paso como matrimonio se suele dar en el Registro Civil. Y allí, no puede faltar un fotógrafo y un camarógrafo. Aunque la cotidianeidad de una ciudad –ya que los Registros suelen estar en los centros -no se detiene, los nervios se sienten momentos antes de dar el ‘sí’. Las fotografías deben dar cuenta de los momentos centrales de la ceremonia.
Con mucha gente que es visitante ocasional del lugar, un lugar que en general es reducido y la ansiedad propia de dar el gran paso, el civil es una ocasión especial, aunque muchas veces se le dedica menos tiempo que a la fiesta o a la ceremonia en una sede religiosa. Sin embargo, las fotografías de ese momento no pueden faltar: es la bisagra para convertirse en esposos.
Una buena cobertura del civil comienza algo antes de ingresar a sala, con retratos posados y espontáneos de los dos protagonistas, los testigos y los familiares o amigos que pudieron concurrir. Una vez adentro, unas tomas de la libreta y el acta que luego firmarán no puede faltar. Por supuesto, los novios en las sillas principales son el eje, como sus emociones. Para el final, unas fotos con libreta en mano. Y luego, el clásico: arroz o sus variantes, como pétalos o papeles de colores.
A veces se pueden realizar algunos plus, como imágenes -tanto de video como de fotografía- de todos los asistentes en una gran foto grupal, o bien encontrar algún sitio que otorgue fondos agradables para realizar retratos finales.